Con esta trillada y recurrente frase se titula una película para nada insustancial, con aires indies hollywoodienses que pretende diferenciarse de la habitual comedia romántica utilizando matices muchos más filosóficos e introspectivos. Y la verdad es que lo consigue.
El amor duele
O esa es la premisa con la que arranca este film inteligente, lleno de humor negro y buenas interpretaciones. Pat (Bradley Coopey) sale de una institución mental después de 8 meses de internamiento dispuesto a recuperar a su mujer, de la que sigue enamorado pese a las circunstancias de su separación. Ahora se encuentra viviendo de nuevo con sus padres, Pat (Robert de Niro) y Dolores (Jacki Weaver) e intenta recuperar su vida y superar un grave trastorno bipolar. Tiene una táctica: mantener una actitud positiva.
Por el camino, se encuentra con Tiffany (Jennifer Lawrence) una joven viuda con sus propios problemas psicológicos que ayudará a Pat a conseguir su objetivo a cambio de que éste haga algo por ella: competir en un concurso de baile.
Restauración de la personalidad
Tanto Pat como Tiffany han tocado fondo por circunstancias de la vida y ahora deben recuperar esa individualidad, esa comprensión hacia uno mismo que les haga liberarse del pasado para poder pensar en un nuevo y feliz futuro y así entenderse y ‘curarse’ de su locura.
Cooper lo borda en su papel de hombre bipolar. Su nueva actitud ante la vida lo lleva a ser hirientemente sincero, desequilibrado y extraño; mientras que Lawrence es pura fuerza, atrevimiento y liberación. Una pareja imperfecta y estrambótica que recreará situaciones hilarantes, dolorosas y punzantes para un espectador receptivo e inmerso en un guión elocuente y realista.
No es de extrañar que guste tanto a seguidores del género, como a vertientes más detractoras que pese a señalar lo convencional de la cinta, exaltan el virtuosismo de haber sabido ir un paso más allá en esta fórmula simple de la comedia romántica.
En mi opinión es imposible ver esta película y no sacar una sonrisa mientras una pequeña punzada te atraviesa. Dolorosamente real y extrañamente esperanzadora.
Lo mejor: El guión, que pese a ser predecible tiene una fuerza humana atrayente. Y las interpretaciones de Cooper, Lawrence y De Niro.
Lo peor:que al final se suaviza demasiado esa exaltación tan potente en toda la película.
La secuencia: la búsqueda nocturna del vídeo de boda de Pat y todo el caos que provoca en el vecindario.
El momento: Tiffany deshaciéndose del ‘yuyu’ de Pat padre y hablando de las señales que los harán salir victoriosos. Excentricidad en estado puro por parte de todos los personajes.
La imagen: el baile final, inesperado, ridículo, cómico, imperfecto y emocionante.
La frase: ‘La única forma de vencer la locura era hacer algo aún más loco’.